martes, 16 de abril de 2013

LA LÁPIDA TEMPLARIA DE ARJONA

La Lápida Templaria de Arjona (Jaén)

En Geometrías ocultas el 4 octubre, 2010 por alvarengomez
© Álvaro Rendón Gómez, mayo 2010
La Lápida
La lápida templaria de Arjona, a imitación de la Mesa de Salomón, es una plancha de mármol recorrida por estrellas, cuadrados, retículas, líneas y círculos que componen una especie de Mandala.
En esta compleja geometría se encierra un tratado cabalístico complejo y completo que se ha transmitido a lo largo de los siglos entre iniciados que deseaban remontarse a los misterios de Dios, servir a los hombres e instaurar la paz y la hermandad universales bajo la Sinarquía. Ha guardado su secreto durante muchos siglos y ahora, gracias a la Cabalá, nos revela y augura un camino de luz y una experiencia mística determinante capaz de cambiar la vida del que quiera y sepa seguirla, ilustración 1.
Sólo vemos lo que queremos ver. Para unos ojos inocentes la lápida templaria de Arjona es un trozo de mármol, sucio y lacerado que tiene unos dibujos raros por una de las caras, y sorprendentemente sin letras. Será un dibujo mudo, estéril y sin valor. Nada le dirá porque sintonizan en diferentes ondas, no porta las herramientas psíquicas necesarias que le permiten ver más allá del puro percepto visual. Para el cabalista, las líneas no fueron grabadas por casualidad, siguiendo mecánicamente un modelo, es imposible que pudiera darse esta circunstancia. Son el resultado de una meditación trascendente, de una honda preocupación por preservar un conocimiento ancestral y único que nos pone en contacto con algo intangible y atemporal, acercándonos a un mundo mágico e ilimitado.
Hoy sabemos que el origen del dibujo es hebreo por las tres letras del alefato hebreo que aparecen en ella lápida: Alef (Sonido gutural semítico que se ha perdido; es oclusiva y muda), Mem (Bilabial y nasal) y Shin (cuando el sonido es sin, suena como silbante, sorda y dental; cuando el sonido es shin, es silbante, sorda y palatal); y porque es un dibujo (gematría) que representa los contenidos velados del Berechit y de la Mercava, que emplea en ciertas partes algo del procedimiento de Temura. Las líneas se entrecruzan formando polígonos estrellados que van conjugándose con gran precisión estética, dejando huecos por donde es posible contemplar el paisaje de un mundo superior.
Físicamente (9), la lápida templaria de Arjona es una piedra cuadrada de mármol de 75 cm. de lado y 25 mm. de grueso; grabada por una de sus caras con formas geométricas que guardan una doble simetría. En su interior, se desarrolla una estrella de doce puntas, un dodecágono regular estrellado continuo de cinco partes, que se cierra siguiendo vértices alternos cada cinco contiguos y cerrándose en el mismo donde comienza. Circunscribiendo al polígono, un Círculo, el mayor, que sirve de borde entre dos espacios: Uno, interior, donde suceden fenómenos geométricos objeto de nuestro análisis posterior, y, otro, exterior, limitado por los bordes físicos de la lápida que es cuadrada. Además, los lados del Cuadrado central grabado “cortan” al Dodecágono estrellado en puntos comunes a los lados, determinando una estrella de cinco partes, o Pentagrama; cuyos lados concretan líneas alternas que imprimen a la lápida un movimiento sugerido de naturaleza levógira, al contrario de las agujas del reloj. Son, también, como rayos que se originan en el interior del Círculo central mayor, símbolo de la divinidad, espiritual, por tanto; que trascienden al Cuadrado exterior, material, limitado y estéril por estable. ¿Una casualidad?
Un dibujo, como imagen esquemática y simple, actúa en nuestro consciente como símbolo abierto y, en nuestro inconsciente, como un signo multilinguístico, evocador y abierto que pude leerse en varios niveles de comprensión. Un primer nivel, sólo mostraría los formas geométricas puras y sus significados simbólicos inmediatos. Un segundo nivel expresarían su verdadero significado, a mi juicio. La Cabalá irá mostrándose tal como la entendemos en la actualidad: como un camino de perfección espiritual mediante el conocimiento de la Obra del Creador.
La Cabalá contenida en la Lápida de Arjona
El objeto de la Cabalá es conocer el bien que Dios nos ofrece; es decir, Dios mismo. No existe mayor tesoro material, ni ningún bien verdadero en el mundo por encima de Dios mismo. Participar de Dios, acercarse a Él y a su esencia divina es el bien último del ser humano.
La Cabalá es un camino válido para captar la Luz primordial, la del primer día de la Creación [que no es física, sino mística], con la que podremos ver los mundos espirituales “desde un extremo del Universo al otro”.
En el principio, era Ayín, el Dios Trascendental, contenedor de la Nada inmanifestada y absoluta. Ni siquiera existía el Tiempo, únicamente Ayín. De Él partió el Ayín Sof, el Dios Inminente, el Todo Absoluto carente de atributos. De su Divina Voluntad emanó el rayo Kav, transformado en Ttzimzum, que se manifestó en diez etapas de Emanación. Diez Palabras tomadas como zafiros creadores (Sefirot, plural; Sefirat, singular) que pueden entenderse como cifras o atributos de Dios y quedan dispuestas como un Árbol. Ese rayo manifestado en diez Sefirot se mantendrá eternamente hasta que vuelva a la Nada, fundiéndose con ella. Estas diez Sefirot se rigen por tres principios Divinos inmanifestados. Los llamados Esplendores ocultos o Zanzahot. Estos principios son la Voluntad primordial, la Misericordia y el rigor o Justicia. La Voluntad mantiene; la Misericordia, expande; y la justicia, contiene, ilustración 2.
Al límite del vacío, Keter o Corona, que contiene lo que fue, es y será; origen del Kav, y definido como “Yo soy el que soy”. De él, el rayo de luz Kav se expande tzimtzum bajo la influencia de la misericordia, la voluntad y la justicia para manifestar la Sabiduría [intelecto interior y activo] que son el destello del genio, la inspiración y la contracción. Esta Sabiduría genera el Entendimiento [pasivo] receptivo y reflexivo, que se manifiesta a través de la razón y de la tradición.
El Conocimiento es una no-Sefirat, y se denomina Daat, siendo la fusión de la Sabiduría y del Entendimiento. A través del Conocimiento, el Absoluto introduce su voluntad e interviene en la existencia, y somos capaces de ver y de saber, y así poder pasar de un pilar a otro, de la tolerancia al rigor, de lo expansivo a lo contractivo, de la Misericordia a la Justicia, de lo activo, positivo y masculino a lo pasivo, negativo y femenino. El rayo, así, experimenta un descenso y pasa al pilar del Equilibrio, manifestándose la Sefirat denominada Tiferet, Armonía o Belleza. En Tiferet se halla la esencia de las cosas, el corazón de los corazones o del Alma Divina. Esta Sefirat adquiere mucha importancia porque es la puerta de acceso a los niveles superiores de conocimiento. El Tiferet es el yo, el centro del universo que subyace en el yo cotidiano, el vigilante que canaliza las influencias inconscientes de las Sefirot superiores (como Sabiduría, Entendimiento, Misericordia y Justicia).
Por debajo de Tiferet el rayo manifiesta dos nuevos atributos, la Tnezat o Eternidad (que es activo, positivo y masculino) y Hod o Reverberación (que, por el contrario, es pasivo, negativo y femenino). Ambos Sefirot corresponden al nivel operativo de todo el Árbol Sefirótico, ilustración 3, donde se producirán los cambios correctivos en los procesos psíquicos y biológicos.
En un nivel más elemental, por debajo del nivel instrumental se halla la Sefirat denominada Yesod o Fundamento. A través de ella se manifiestan otros árboles Sefiróticos, menos evolucionados, conectando directamente con Malkhut, opuesto a Keter.
Yesod tiene función de espejo, pues bajo Tiferet se pueden obtener imágenes de imágenes y esto es básico porque permite vernos reflejado en él, y conocer de primera mano la imagen que proyectamos de nosotros mismos, la que perciben los demás, y así conocer nuestros propios defectos y aplicar las correcciones necesarias para crecer espiritualmente. Dependiendo de la pureza de Yesod, del espejo, éste reflejará una imagen nítida o distorsionada. Debemos mantenerlo siempre limpio practicando la sinceridad con nosotros mismos, aplicándonos disciplinas de cumplimientos de objetivos y fines, sin dejarnos arrastrar por el desánimo.
Malkhut, o Reino, es donde se comienza la ascensión del rayo relampagueante. Durante la misma, el rayo es la Shekinah y percibimos la presencia de Dios en la materia. Malkhut, opuesto a Keter, no es el fin o el principio. No es sólo el punto, sino también el Círculo. De él proceden todas las cosas, y a él retornan. Es la semilla que contiene en sí a todo un bosque de árboles. Siendo el último de las Sefirot incluye a todas las Sefirot del nivel inferior, actuando como un Keter de un nivel inferior, porque Malkhut es el reflejo de Keter y Keter lo es de Malkhut.
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