sábado, 30 de marzo de 2013

LA LEYENDA DE HIRAM

La leyenda de Hiram, el arquitecto sagrado
"Salomón, hijo de David, recibe de Dios la misión de construir el templo siguiendo las instrucciones del profeta Natán, al que el Señor ha dado en sueños las indicaciones necesarias. Hiram, rey de Tiro, amigo de su padre, le aporta ayuda en materiales y, sobre todo, en obreros. Le envía por ejemplo a Hiram el Fundidor. Un día, este último se dispone a efectuar el vaciado del mar de fundición de bronce para el Templo en presencia de Salomón y de Balkis, reina de Saba, a la que Salomón quiere seducir, a fin de casarse con ella. El pueblo de Israel asistirá al vaciado.

Benoni, ayudante y fiel discípulo del maestro de obras, ha sorprendido a la caída de la noche a tres obreros, Fanor el sirio, albañil, Anru el fenicio, carpintero, y Metusael el judío, minero, saboteando el molde del futuro mar de bronce. Benoni advierte a Salomón de la traición de los tres cómplices, pero el rey, celoso de la admiración que Balkis siente ya por Hiram el Fundidor, deja que prosigan los preparativos.


Al ponerse el sol, Hiram da la orden de proceder al vaciado. Y el gigantesco molde en que debe fundirse el mar de bronce y que ha sido manipulado se agrieta. El metal en fusión surge bruscamente y salpica a la horrorizada multitud. Benoni, desesperado por no haber advertido personalmente a Hiram, se arroja entre la ardiente lava.

Poco después, solo, abandonado de todos, Hiram sueña ante su obra destruida. De pronto, de la fundición que brilla enrojecida en las tinieblas de la noche se alza una sombra luminosa. El fantasma avanza hacia Hiram, que lo contempla con estupor. Su busto gigantesco está revestido por una dalmática sin mangas; aros de hierro adornan sus brazos desnudos; su cabeza bronceada, enmarcada por una barba cuadrada, trenzada y rizada en varias filas, va cubierta por una mitra de corladura (plata dorada); sostiene en la mano un martillo de herrero. Sus ojos, grandes y brillantes, se posan con dulzura en Hiram y, con una voz que parece arrancada a las entrañas del bronce, le dice:

- Reanima tu alma, levántate, hijo mío. Ven, sígueme. He visto los males que abruman a mi raza y me he compadecido de ella...
- Espíritu, ¿quién eres?
- La sombra de todos tus padres, el antepasado de aquellos que trabajan y que sufren. ¡Ven! Cuando mi mano se deslice sobre tu frente, respirarás en la llama. No temas nada. Nunca te has mostrado débil...
- ¿Dónde estoy? ¿Cuál es tu nombre? ¿Adónde me llevas? -pregunta Hiram.
- Al centro de la Tierra, en el alma del mundo habitado. Allí se alza el palacio subterráneo de Enoc, nuestro padre, al que Egipto llama Hermes y que Arabia honra con el nombre de Edris...
- ¡Potencias inmortales! -exclama Hiram-. ¿Entonces es verdad? ¿Tú eres... ?
- Tu antepasado, hombre, artista..., tu amo y tu patrono. Yo fui Tubal Caín.

Llevándole como en un sueño a las profundidades de la Tierra, Tubal Caín instruye a Hiram en lo esencial de la tradición de los cainitas, los herreros, dueños del fuego.

En el seno de la Tierra, Tubal Caín muestra a Hiram la larga serie de sus padres: Enoc, que enseñó a los hombres a construir edificios, a unirse en sociedad, a tallar la piedra; Hirad, que supo antaño aprisionar las fuentes y conducir las aguas fecundas; Maviel, que enseñó el arte de trabajar el cedro y todas las maderas; Matusael, que imaginó los caracteres de la escritura; Jabel, que levantó la primera tienda y enseñó a los hombres a coser la piel de los camellos; Juabel, el primero en tender las cuerdas del cinnor y del arpa, extrayendo de ellos sones armoniosos... Y por último, el propio Tubal Caín, que enseñó a los hombres las artes de la paz y de la guerra, la ciencia de reducir los metales, de martillear el bronce, de encender las forjas y soplar los hornillos.
Y transmitió a Hiram la tradición luciferina.

Al comienzo de los tiempos, dos dioses se reparten el universo. Uno, Adonai, es el amo de la Materia y del elemento Tierra, el otro, Iblis, es el amo del Espíritu y del elemento Fuego.

Adonai crea al Primer Hombre del barro que le está sometido y lo anima. Movido a compasión por el bruto e incomprensivo que Adonai quiere convertir en su esclavo y su juguete, Iblis y los Elohim (los dioses secundarios) despiertan su espíritu, el dan la inteligencia y la comprensión. Mientras Lilith, la hermana de Iblis, se convertía en la amante oculta de Adán, el Primer Hombre, y le enseñaba el arte del pensamiento, Iblis seducía a Eva, surgida del Primer Hombre, la fecundaba y, junto con el germen de Caín, deslizaba en su seno una chispa divina. En efecto, según las tradiciones talmúdicas, Caín nació de los amores de Eva e Iblis o Samael (veneno supremo). Abel nacerá de la unión de Eva y Adán.

Más tarde, Adán no sentirá más que desprecio y odio por Caín, que no es su verdadero hijo. Aclinia, hermana de Caín, que la ama, será entregada como esposa a Abel. Y a pesar de ello, Caín dedica su inteligencia inventiva, que le viene de los Elohim, a mejorar las condiciones de vida de su familia, expulsada del Edén y errante por la tierra. Pero un día, cansado de ver la ingratitud y la injusticia responder a sus esfuerzos, se rebelará y matará a su hermano Abel.

Para justificarse, Caín responde personalmente a Hiram. Insiste sobre lo doloroso de su suerte. Sólo él trabajaba la tierra, arando, sembrando, recolectando, efectuando todas las labores penosas, mientras que Abel, cómodamente echado bajo los árboles, vigilaba sin esfuerzo los rebaños. Cuando les tocaba ofrecer los sacrificios prescritos a Adonai, amo exterior de la esfera terrestre, Caín elegía una ofrenda incruenta: frutos, haces de trigo. Abel, por el contrario, ofrecía en holocausto a los primogénitos de sus rebaños. Y, presagio funesto, el humo del sacrificio de Abel subía recto y orgulloso en el espacio, mientras que el del fuego de Caín caía hacia el suelo, mostrando el rechazo de Adonai.
Caín explica entonces a Hiram que, en el curso de las edades, los hijos nacidos de él, hijos de los Elohim, trabajarán sin cesar por mejorar la suerte de los hombres, y que Adonai, lleno de celos, tras intentar aniquilar a la raza humana mediante el Diluvio, verá fracasar su plan gracias a Noé, advertido en sueños por los Hijos del Fuego sobre la inminente catástrofe.

Al devolver a Hiram a los límites del mundo tangible, Tubal Caín le revela que Balkis pertenece también al linaje de Caín y que es la esposa que le está destinada desde toda la eternidad.

Después, antes de la partida de la reina de Saba, Hiram y Balkis se unirán en secreto, a pesar de la celosa vigilancia de salomón. Hiram, descendiente de las Inteligencias del Fuego, y Balkis, descendiente de las Inteligencias del Aire, no podrán sin embargo permanecer unidos. Hiram será asesinado por tres Compañeros, deseosos de conocer indebidamente la contraseña de los Maestros, con objeto de percibir el mismo salario que ellos. El crimen tendrá lugar dentro del Templo de Jerusalén en construcción, desierto en ese momento. Y Balkis, al regresar al país de Saba, sin haber sido nunca la esposa de Salomón, se cruzará, sin verlos, con los tres asesinos, que se llevan el cadáver de Hiram para enterrarlo en secreto.

Sólo se estremecerá en su seno el niño que va a nacer de sus amores fugitivos con el Maestro Obrero, ese niño que será más adelante el primero de los hijos de la viuda

ASUNCIÓN

MARÍA, MADRE DE DIOS.
San Bernardo
NO ERES MAS SANTO PORQUE NO ERES MAS DEVOTO DE MARÍA.
(San Bernardo)

"Y dijo María al ángel: ¿cómo puede ser esto, sino conozco varón? Y respondiendo el ángel le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti y te cubrirá con su sombra la virtud del Altísimo y por eso lo santo que nacerá de ti será llamado Hijo de Dios. Y he aquí que Isabel, tu parienta, también ha concebido un hijo en su vejez, porque no hay cosa alguna imposible para Dios. Y dijo María: he aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra."
"Y dijo María al ángel: ¿cómo puede ser esto, si no conozco varón?" Primero, sin duda, María calló como prudente, cuando todavía dudosa pensaba entre sí, qué salutación sería ésta, queriendo más por su humildad no responder que temerariamente hablar lo que no. sabía. Pero ya confortada, y habiéndolo premeditado bien, hablándole en lo exterior el ángel, pero persuadiéndola interiormente Dios -que estaba con ella según lo que dice el ángel: "El Señor es contigo"-, expeliendo sin duda la fe al temor, la alegría al empacho, dijo al ángel: "¿cómo puede ser esto, si no conozco varón?"
No duda del hecho, sino que pregunta acerca del modo y del orden, no pregunta si se hará esto, sino cómo se hará. Al modo que si dijera: sabiendo mi Señor que su esclava tiene hecho voto de virginidad, ¿con qué disposición, con qué orden le agradará que se haga esto? Si Su Majestad ordena otra cosa, si dispensa este voto para tener tal Hijo, alégrome del Hijo que me da, pero me duele la dispensa del voto; sin embargo, hágase su voluntad en todo; pero si he de concebir virgen y virgen también he de alumbrar, lo cual ciertamente no es imposible, entonces ciertamente conoceré que miró la humildad de su esclava.
"¿Cómo pues se hará esto, ángel del Señor, si no conozco varón?" Y respondiendo el ángel le dijo: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti y te cubrirá con su sombra la virtud del Altísimo". Había dicho antes que estaba llena de gracia; pues ¿cómo dice ahora "el Espíritu Santo vendrá sobre ti y te cubrirá con su sombra la virtud del Altísimo?" ¿Por ventura podría estar llena de gracia y no tener todavía al Espíritu Santo, siendo Él el dador de todas las gracias? Y si el Espíritu Santo estaba en ella, ¿cómo se le vuelve a prometer que vendrá sobre ella nuevamente? Por esto sin duda no se dijo vendrá "a ti", sino que vendrá "sobre ti", porque aunque a la verdad primero estuvo con María por su copiosa gracia, ahora se le anuncia que vendrá sobre ella por la más abundante plenitud de la gracia que en ella ha de derramar.
Pero estando ya llena, ¿cómo podria caber en ella algo más? Y si todavía puede caber más en ella, ¿cómo se ha de entender que antes estaba ya llena de gracia? La primera gracia había llenado solamente su alma y la siguiente había de llenar también su seno a fin de que la plenitud de la Divinidad, que ya habitaba en ella antes espiritualmente como en muchos de los Santos, comenzase también a habitar corporalmente corno en ninguno de los mismos.
Dice "el Espíritu Santo vendrá sobre ti y te cubrirá con su sombra la virtud del Altísimo"-. Y ¿qué quiere decir "y te cubrirá con su sombra la virtud del Altísimo?" El que pueda entender, que entienda. Porque exceptuada acaso la que sola mereció experimentar en sí esto felicísimamente, ¿quién podrá percibir con el entendimiento y discernir con la razón de qué modo aquel esplendor inaccesible del Verbo eterno se infundió en las virginales entrañas, y para que pudiese sostener que el inaccesible se acercase a ella, de la partecia del mismo cuerpo a la cual se unió Él mismo, hiciera sombra a todo lo demás? Quizá por esto principalmente se dijo: "Te cubrirá con su sombra", pues sin duda este hecho era un misterio, y lo que la Trinidad sola por sí misma en sola y con sola la Virgen quiso obrar, sólo se concedió saberlo a quien sólo se concedió experimentarlo. Dígase "el Espíritu Santo vendrá sobre ti", el cual con su poder te hará fecunda, "y te cubrirá con su sombra la virtud del Altísimo", esto es, aquel modo con que concebirás del Espíritu Santo a Cristo, virtud y sabiduría de Dios, lo encubrirá y ocultará en su secretísimo consejo haciendo sombra, de suerte que sólo será conocido de Él y de ti.
Como si el ángel respondiera a la Virgen: ¿por qué me preguntas a mí lo que experimentarás en ti dentro de poco? Lo sabrás, lo sabrás y felicísimamente lo sabrás, siendo tu Doctor el mismo que es el Autor. Yo he sido enviado a anunciar la concepción virginal, no a crearla. Ni puede ser enseñada sino por quien la da, ni puede ser aprendida sino por quien la recibe. "Y por eso también lo santo que nacerá de ti será llamado Hijo de Dios", esto es, no sólo el que viniendo del seno del Padre a ti te cubrirá con su sombra, sino también lo que de tu sustancia unirá en sí, desde aquel instante, se llamará Hijo de Dios, y el que es engendrado por el Padre antes de todos los siglos, se reputará desde ahora Hijo tuyo. De tal suerte lo que nació del mismo Padre será tuyo y lo que nacerá de ti será suyo, que no serán dos hijos, sino uno solo. Y aunque ciertamente una cosa es de ti y otra cosa es de Él, sin embargo, ya no será de cada uno lo suyo, sino que un solo Hijo será de los dos.
"Por eso también lo santo que nacerá de ti será llamado Hijo de Dios". Atiende, oh hombre, con cuánta reverencia dijo el ángel: "lo santo que nacerá de ti". Dice lo santo absolutamente sin añadir otra cosa, y esto sin duda porque no encontraba palabras con que nombrar propia y dignamente aquello tan singular, aquello tan magnífico, aquello tan venerable, que formado de la purísima carne de la Virgen, se había de unir con su alma al único del Padre. Si dijera carne santa u hombre santo, o cualquiera cosa semejante, le parecería poco. Por eso dijo "santo" indefinidamente, porque cualquiera cosa que sea lo que la Virgen engendró, es santo sin duda y singularmente santo, así por la santificación del Espíritu como por la asunción del Verbo.
"Y he aquí que Isabel, tu parienta, ha concebido un hijo en su vejez". ¿Qué necesidad había de anunciar a la Virgen la concepción de esta estéril? ¿Por ventura por estar dudosa todavía e incrédula la quiso asegurar el ángel con este prodigio? Nada de eso. Leemos que la incredulidad de Zacarías fue castigada por este mismo ángel, pero no leemos que María fuese reprendida en cosa alguna, antes bien, reconocemos alabada su fe en lo profetizado por Isabel: "Bienaventurada eres por haber creído, porque todo lo que te ha sido dicho de parte del Señor será cumplido en ti." Se participa a la Virgen la concepción de su prima para que añadiéndose un milagro a otro milagro se aumente su gozo con otro gozo. Ciertamente era preciso fuese inflamada anticipadamente con un no pequeño incendio de amor y. alegría, la que había de concebir luego al Hijo del amor paterno en el gozo del Espíritu Santo. Ni podía caber si en un devotísimo y alegrísimo corazón tanta afluencia de dulzura y de gozo.
O tal vez se notifica esto a María porque era razón que un prodigio que se debía divulgar después por todas partes, lo supiera la Virgen por el ángel antes que lo oyese de los hombres, para que no pareciese que la Madre de Dios estaba apartada de los consejos de su Hijo, si permanecía ignorante en las cosas que tanto le interesaban.
O bien para que siendo instruida, así de la venida del Salvador corno de la venida del Precursor, y fijando en la memoria el tiempo y el orden de las cosas, refiera después mejor la verdad a los Escritores y Predicadores del Evangelio, como quien ha sido informada desde el principio por noticias que el cielo le ha comunicado de todos los misterios.
O quizá para que oyendo hablar de una parienta suya anciana y estado avanzado, piense ella que es joven en obsequiarla, y dándose prisa a visitarla, se dé de este modo lugar y ocasión al niño Profeta de ofrecer las primicias de su servicio a su Señor, y fomentándose mutuamente la devoción de ambas madres, excitada por uno y otro infante, se haga más admirable un milagro con otro milagro.
Pero mira cristiano, estas cosas tan magníficas que escuchas anunciadas por el ángel, no las esperes cumplidas por él. Y si preguntas por quién, oye al mismo tiempo que te dice: "para Dios nada es imposible". Como si dijera: Esto que tan firmemente prometo, lo presumo en el poder de quien me envió, no en el mío, "porque para Dios nada es imposible." ¿Qué será imposible para aquel Señor que hizo todas las cosas con el poder de su palabra? Y fíjate que llaman la atención las palabras, el no decir expresamente "porque no será imposible para Dios" todo hecho sino "toda palabra" ["quia non est impossibile apud Deum omne verbum" = "para Dios nada es imposible"]. Tal vez se dijo "toda palabra" porque así como pueden hablar los hombres tan fácilmente lo que quieren, aún aquello que de ningún modo pueden hacer, así también y aún sin comparación con mayor facilidad puede Dios cumplir con la obra todo lo que ellos pueden explicar con las palabras. Lo diré más claramente: si fuera tan fácil a los hombres hacer como decir lo que quieren, tampoco para ellos sería imposible toda palabra. Más porque como dice el proverbio, del dicho al hecho hay un gran trecho, no respecto de Dios sino respecto de los hombres, para solo Dios, en quien es lo mismo hacer que hablar y lo mismo hablar que querer, no será imposible toda palabra.
Pudieron prever y predecir los Profetas que la Virgen o la estéril habían de concebir y alumbrar, ¿pero pudieron hacer por ventura que concibiese y alumbrase? Mas Dios les dio a ellos el poder de predecirlo, con la facilidad con que entonces pudo predecirlo por medio de ellos, pudo ahora, cuando quiso, cumplir por sí mismo lo que había prometido. Porque en Dios ni la palabra se diferencia de la intención porque es Verdad, ni el hecho de la palabra, porque es Poder, ni el modo del hecho, porque es Sabiduría, y por eso no será imposible para Dios toda palabra.
Oísteis, oh Virgen, el hecho, oísteis también el modo. Lo uno y lo otro es cosa maravillosa, lo uno y lo otro es cosa agradable. Gozáos, pues, hija de Sión, alegraos, hija de Jerusalén. Ya que ha dado el Señor a vuestros oídos gozo y alegría, oigamos de vuestra boca la respuesta que deseamos, para que con ella entre la alegría y gozo en nuestros huesos afligidos y humillados. Oísteis, vuelvo a decir, el hecho y lo creísteis: creed lo que oísteis también acerca del modo. Oísteis que concebiréis y daréis a luz un hijo; oísteis que no será por obra de varón sino por obra del Espíritu Santo. Mirad que el ángel aguarda vuestra respuesta, porque ya es tiempo que se vuelva al Señor que lo envió.
Esperamos también nosotros, Señora, esta palabra de misericordia, a los cuales tiene condenado a muerte la divina sentencia, de la que seremos librados por vuestra palabra. Ved que se pone en vuestras manos el precio de nuestra salud, al punto seremos librados si consentís. Por la palabra eterna de Dios fuimos todos creados y con todo eso morimos, pero por vuestra breve respuesta seremos ahora restablecidos para no volver a morir. Os suplica esto, oh piadosa Virgen, el triste Adán desterrado del paraíso con toda su miserable posteridad. Abraham y David con todos los otros Santos Padres, los cuales están detenidos en la región de la sombra de la muerte. Esto mismo os pide el mundo todo postrado a vuestros pies.
SAN BERNARDO (Tomado de su libro "Las grandezas de María ")

TODO EL MUNDO ESPERA LA RESPUESTA DE MARÍA
De las Homilías de San Bernardo, Abad, sobre las excelencias de la Virgen Madre
(Homilía 4, 8-9: Opera Omnia, Edición Cisterciense, 4 [1966] 53-54)
Oíste, Virgen, que concebirás y darás a luz a un hijo; oíste que no será por obra de varón, sino por obra del Espíritu Santo. Mira que el Ángel aguarda tu respuesta, porque ya es tiempo que se vuelva al Señor que lo envió. También nosotros, los condenados infelizmente a muerte por la divina sentencia, esperamos, Señora, esta palabra de misericordia.
Se pone entre tus manos el precio de nuestra salvación; en seguida seremos librados si consientes. Por la Palabra eterna de Dios fuimos todos creados, y a pesar de eso morimos; mas por tu breve respuesta seremos ahora restablecidos para ser llamados de nuevo a la vida.
Esto te suplica, oh piadosa Virgen, el triste Adán, desterrado del paraíso con toda su miserable posteridad. Esto Abrahán, esto David, con todos los santos antecesores tuyos, que están detenidos en la región de la sombra de la muerte; esto mismo te pide el mundo todo, postrado a tus pies.
Y no sin motivo aguarda con ansia tu respuesta, porque de tu palabra depende el consuelo de los miserables, la redención de los cautivos, la libertad de los condenados, la salvación, finalmente, de todos los hijos de Adán, de todo tu linaje.
Da pronto tu respuesta. Responde presto al Ángel, o, por mejor decir, al Señor por medio del Ángel; responde una palabra y recibe al que es la Palabra; pronuncia tu palabra y concibe la divina; emite una palabra fugaz y acoge en tu seno a la Palabra eterna.
¿Por qué tardas? ¿Qué recelas? Cree, di que sí y recibe. Que tu humildad se revista de audacia, y tu modestia de confianza. De ningún modo conviene que tu sencillez virginal se olvide aquí de la prudencia. En este asunto no temas, Virgen prudente, la presunción; porque, aunque es buena la modestia en el silencio, más necesaria es ahora la piedad en las palabras.
Abre, Virgen dichosa, el corazón a la fe, los labios al consentimiento, las castas entrañas al Criador. Mira que el deseado de todas las gentes está llamando a tu puerta. Si te demoras en abrirle, pasará adelante, y después volverás con dolor a buscar al amado de tu alma. Levántate, corre, abre. Levántate por la fe, corre por la devoción, abre por el consentimiento.

LA MADRE ESTABA JUNTO A LA CRUZ
Aquí está –dice la Virgen- la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.
De los sermones de san Bernardo, abad
Sermón, domingo infraoctava de la Asunción
El martirio de la Virgen queda atestiguado por la profecía de Simeón y por la misma historia de la pasión del Señor. Éste –dice el santo anciano, refiriéndose al niño Jesús– está puesto como una bandera discutida; y a ti –añade, dirigiéndose a María– una espada te traspasará el alma.
En verdad, Madre santa, una espada traspasó tu alma. Por lo demás, esta espada no hubiera penetrado en la carne de tu Hijo sin atravesar tu alma. En efecto, después que aquel Jesús –que es de todos, pero que es tuyo de un modo especialísimo– hubo expirado, la cruel espada que abrió su costado, sin perdonarlo aun después de muerto, cuando ya no podía hacerle mal alguno, no llegó a tocar su alma, pero sí atravesó la tuya. Porque el alma de Jesús ya no estaba allí, en cambio la tuya no podía ser arrancada de aquel lugar. Por tanto, la punzada del dolor atravesó tu alma, y, por esto, con toda razón, te llamamos más que mártir, ya que tus sentimientos de compasión superaron las sensaciones del dolor corporal.
¿Por ventura no fueron peores que una espada aquellas palabras que atravesaron verdaderamente tu alma y penetraron hasta la separación del alma y del espíritu: Mujer, ahí tienes a tu hijo? ¡Vaya cambio! Se te entrega a Juan en sustitución de Jesús, al siervo en sustitución del Señor, al discípulo en lugar del Maestro, al hijo de Zebedeo en lugar del Hijo de Dios, a un simple hombre en sustitución del Dios verdadero. ¿Cómo no habían de atravesar tu alma, tan sensible, estas palabras, cuando aun nuestro pecho, duro como la piedra o el hierro, se parte con sólo recordarlas?
No os admiréis, hermanos, de que María sea llamada mártir en el alma. Que se admire el que no recuerde haber oído cómo Pablo pone entre las peores culpas de los gentiles el carecer de piedad. Nada más lejos de las entrañas de María, y nada más lejos debe estar de sus humildes servidores.
Pero quizá alguien dirá: «¿Es que María no sabía que su Hijo había de morir?» Sí, y con toda certeza. «¿Es que no sabía que había de resucitar al cabo de muy poco tiempo?» Sí, y con toda seguridad. «¿Y, a pesar de ello, sufría por el Crucificado?» Sí, y con toda vehemencia. Y si no, ¿qué clase de hombre eres tú, hermano, o de dónde te viene esta sabiduría, que te extrañas más de la compasión de María que de la pasión del Hijo de María? Este murió en su cuerpo, ¿y ella no pudo morir en su corazón? Aquélla fue una muerte motivada por un amor superior al que pueda tener cualquier otro hombre; esta otra tuvo por motivo un amor que, después de aquél, no tiene semejante.
Oración
Señor, tú has querido que la Madre compartiera los dolores de tu Hijo al pie de la cruz; haz que la Iglesia, asociándose con María a la pasión de Cristo, merezca participar de su resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo.

CONVIENE MEDITAR LOS MISTERIOS DE SALVACIÓN
De los sermones de san Bernardo, abad
Sermón sobre el acueducto: Opera Omnia
El Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. ¡La fuente de la sabiduría, la Palabra del Padre en las alturas! Esta Palabra, por tu mediación, Virgen santa, se hará carne, de manera que el mismo que afirma: Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí podrá afirmar igualmente: Yo salí de Dios, y aquí estoy.
En el principio –dice el Evangelio– ya existía la Palabra. Manaba ya la fuente, pero hasta entonces sólo dentro de sí misma. Y continúa el texto sagrado: Y la Palabra estaba junto a Dios, es decir, morando en la luz inaccesible; y el Señor decía desde el principio: Mis designios son de paz y no de aflicción. Pero tus designios están escondidos en ti, y nosotros no los conocemos; porque ¿quién había penetrado la mente del Señor?, o ¿quién había sido su consejero?
Pero llegó el momento en que estos designios de paz se convirtieron en obra de paz: La Palabra se hizo carne y ha acampado ya entre nosotros; ha acampado, ciertamente, por la fe en nuestros corazones, ha acampado nuestra memoria, ha acampado en nuestro pensamiento y desciende hasta la misma imaginación. En efecto, ¿qué idea de Dios hubiera podido antes formarse el hombre que no fuese un ídolo fabricado por su corazón? Era incomprensible e inaccesible, invisible y superior a todo pensamiento humano; pero ahora ha querido ser comprendido, visto, accesible a nuestra inteligencia.
¿De qué modo?, te preguntarás. Pues yaciendo en un pesebre, reposando en el regazo virginal, predicando en la montaña, pasando la noche en oración; o bien pendiente de la cruz, en la lividez de la muerte, libre entre los muertos y dominando sobre el poder de la muerte, como también resucitando al tercer día y mostrando a los apóstoles la marca de los clavos, como signo de victoria, y subiendo finalmente, ante la mirada de ellos, hasta lo más íntimo de los cielos.
¿Hay algo de esto que no sea objeto de una verdadera, piadosa y santa meditación? Cuando medito en cualquiera de estas cosas, mi pensamiento va hasta Dios y, a través de todas ellas, llego hasta mi Dios. A esta meditación la llamo sabiduría, y para mí la prudencia consiste en ir saboreando en la memoria la dulzura que la vara sacerdotal infundió tan abundantemente en estos frutos, dulzura de la que María disfruta con toda plenitud en el cielo y la derrama abundantemente sobre nosotros.
Oración
Derrama, Señor, tu gracia sobre nosotros, que, por el anuncio del ángel, hemos conocido la encarnación de tu Hijo, para que lleguemos, por su pasión y su cruz, y con la intercesión de la Virgen María, a la gloria de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo.

DE LA CASA DE LA DIVINA SABIDURIA,
LA VIRGEN MARÍA
1. Como hay varias sabidurías, debemos buscar qué sabiduría edificó para sí la casa. Hay una sabiduría de la carne, que es enemiga de Dios, y una sabiduría de este mundo, que es insensatez ante Dios. Estas dos, según el apóstol Santiago, son terrenas, animales y diabólicas. Según estas sabidurías, se llaman sabios los que hacen el mal y no saben hacer el bien , los cuales se pierden y se condenan en su misma sabiduría, como está escrito: Cogeré a los sabios en su astucia; Perderé la sabiduría de los sabios y reprobaré la prudencia de los prudente. Y, ciertamente, me parece que a tales sabios se adapta digna y competentemente el dicho de Salomón: Vi una malicia debajo del sol: el hombre que se cree ante sí ser sabio. Ninguna de estas sabidurías, ya sea la de la carne, ya la del mundo, edifica, más bien destruyen cualquiera casa en que habiten. Pero hay otra sabiduría que viene de arriba; la cual primero es pudorosa, después pacífica. Es Cristo, Virtud y Sabiduría de Dios, de quien dice el Apóstol: Al cual nos ha dado Dios como sabiduría y justicia, santificación y redención.
2. Así, pues, esta sabiduría, que era de Dios, vino a nosotros del seno del Padre y edificó para sí una casa, es a saber, a María virgen, su madre, en la que talló siete columnas. ¿Qué significa tallar en ella siete columnas sino hacer de ella una digna morada con la fe y las buenas obras? Ciertamente, el número ternario pertenece a la fe en la santa Trinidad, y el cuaternario, a las cuatro principales virtudes. Que estuvo la Santísima Trinidad en María (me refiero a la presencia de la majestad), en la que sólo el Hijo estaba por la asunción de la humanidad, lo atestigua el mensajero celestial, quien, abriendo los misterios ocultos, dice: "Dios, te salve, llena de gracia, el Señor es contigo"; y en seguida: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti y la virtud del Altísimo te cubrirá con su sombra". He ahí que tienes al Señor, que tienes la virtud del Altísimo, que tienes al Espíritu Santo, que tienes al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Ni puede estar el Padre sin el Hijo o el Hijo sin el Padre o sin los dos el que procede de ambos, el Espíritu Santo, según lo dice el mismo Hijo: "Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí". Y otra vez: "El Padre, que permanece en mí, ése hace los milagros" . Es claro, pues, que en el corazón de la Virgen estuvo la fe en la Santísima Trinidad.
3. Que poseyó las cuatro principales virtudes como cuatro columnas, debemos investigarlo. Primero veamos si tuvo la fortaleza. ¿Cómo pudo estar lejos esta virtud de aquella que, relegadas las pompas seculares y despreciados los deleites de la carne, se propuso vivir sólo para Dios virginalmente? Si no me engaño, ésta es la virgen de la que se lee en Salomón: ¿Quién encontrará a la mujer fuerte? Ciertamente, su precio es de los últimos confines. La cual fue tan valerosa, que aplastó la cabeza de aquella serpiente a la que dijo el Señor: "Pondré enemistad entre ti y la mujer, tu descendencia y su descendencia; ella aplastará tu cabeza"  Que fue templada, prudente y justa, lo comprobamos con luz más clara en la alocución del ángel y en la respuesta de ella. Habiendo saludado tan honrosamente el ángel diciéndole: "Dios te salve, llena de gracia", no se ensoberbeció por ser bendita con un singular privilegio de la gracia, sino que calló y pensó dentro de sí qué sería este insólito saludo. ¿Qué otra cosa brilla en esto sino la templanza? Mas cuando el mismo ángel la ilustraba sobre los misterios celestiales, preguntó diligentemente cómo concebiría y daría a luz la que no conocía varón; y en esto, sin duda ninguna, fue prudente. Da una señal de justicia cuando se confiesa esclava del Señor. Que la confesión es de los justos, lo atestigua el que dice: Con todo eso, los Justos confesarán tu nombre y los rectos habitarán en tu presencia. Y en otra parte se dice de los mismos: Y diréis en la confesión: Todas las obras del Señor son muy buenas .
4. Fue, pues, la bienaventurada Virgen María fuerte en el propósito, templada en el silencio, prudente en la interrogación, justa en la confesión. Por tanto, con estas cuatro columnas y las tres predichas de la fe construyó en ella la Sabiduría celestial una casa para sí. La cual Sabiduría de tal modo llenó la mente, que de su Plenitud se fecundó la carne, y con ella cubrió la Virgen, mediante una gracia singular, a la misma sabiduría, que antes había concebido en la mente pura. También nosotros, si queremos ser hechos casa de esta sabiduría, debemos tallar en nosotros las mismas siete columnas, esto es, nos debemos preparar para ella con la fe y las costumbres. Por lo que se refiere a las costumbres, pienso que basta la justicia, mas rodeada de las demás virtudes. Así, pues, para que el error no engañe a la ignorancia, haya una previa prudencia; haya también templanza y fortaleza para que no caiga ladeándose a la derecha o a la izquierda.

sábado, 23 de marzo de 2013

EVANGELIO DE JUDAS


TEXTO COMPLETO DEL 
EVANGELIO DE JUDAS 
ISCARIOTE
(Según una versión procedente de la traducción realizada por National 
Geographic)
El evangelio de Judas (que se hará publico el 06 de Abril/ 2006)
Estando Jesús reunido con sus Discípulos, le preguntó Santiago: "Maestro, ¿qué 
debemos hacer para comprender mejor su Mensaje". 
El Maestro dijo: 
"Alrededor del Sol, hay muchos Planetas y cada uno de ellos ocupa su lugar y su 
distancia entre ellos y el Sol y entre los demás Planetas; así vosotros deberéis ocupar 
vuestro lugar y distancia alrededor del Sol, procurando no estar ni demasiado cerca, ni 
demasiado lejos. Y entre Ustedes, mis discípulos, esto debe ser en equilibrio, 
permitiendo así, como los Planetas, que cada uno reciba únicamente lo que necesite para 
su propia sobre vivencia; habiendo concordancia en "la Luz que viene del Sol y Luz que 
viene del Padre". 
En este momento interrumpe Judas y le dice: "Maestro, sabemos que Usted es el 
Enviado del Padre, pero a nosotros ¿Quién nos ha enviado?". 
Contesta el Maestro: 
"Mi Padre me ha enviado a Mí para enseñar a vosotros; mi Padre los ha enviado para 
que me escuchen". 
La Parábola de quien da y de quien recibe, es semejante a una semilla que cae en la 
tierra, nace, crece y fructifica y su fruto le es dado a quien sembró la semilla; así como 
Yo hago de mi Padre, vosotros también deberéis hacer "la Voluntad de mi Padre, 
porque con vosotros somos UNO". 
Dice Judas: "Entendido, Maestro, pero,... si yo hago lo que Usted me enseña, ¿ya lo es 
todo?". 
Responde el Maestro: 
"Lo que Yo te enseño es para que tú lo vivas y así puedas llegar como Yo he llegado, a 
hacer "la Voluntad de mi Padre". Judas, mostrando un poco de impaciencia, vuelve y replica: "Yo estoy haciendo lo que 
Usted me enseña, ¿indica esto que ya soy UNO con Usted?". 
Contesta el Maestro: 
"Nosotros somos UNO, como mi Padre es UNO conmigo, pero tú no puedes todavía 
hacer lo que Yo hago... Porque el Sol alumbra a todos sus Planetas, pero los Planetas, ni 
aún todos reunidos, podrían dar ni una décima parte de Luz hacia el Sol; por eso es 
necesario que vosotros os convirtáis en vuestro propio Sol, en vuestra propia Luz, y así 
alumbrándose y alumbrando a otros, le corresponderíamos con nuestra Obra a mi Padre 
que me ha enviado". 
"Porque, sepan Ustedes, que las tinieblas no son más que partes que no están integradas 
con "la Voluntad" de quien me envió. Las tinieblas están en quien tiene parte con ellas, 
por eso hay que dar a la Tierra lo que es de la Tierra; a las aguas lo que es de las aguas; 
al aire lo que es del aire; al fuego lo que es del fuego y a lo que es de EL 
"Así, vosotros comprenderéis que ni siquiera estas carnes que tenemos, estos huesos que 
tenemos, esta sangre que tenemos, esta mente que tenemos, nos pertenece; sólo nos 
pertenece, por herencia de mi Padre, la Luz que os doy con mi Palabra. Por eso he dicho 
«Que la tierra y los cielos pasarán, más mi Palabra no pasará»". 
"Porque la Palabra me la ha dado mi Padre para que ELLA lleve la Luz que a vosotros 
os falta y puedan ser UNO conmigo, y YO seré UNO con mi Padre". 
Continuando, el Maestro dice a sus Discípulos: 
"¿Qué creen Ustedes que debemos hacer para que el mundo nos comprenda?". 
Cada uno de ellos emitió su criterio. Judas replicó: "Yo creo que el mundo poco a 
poco entenderá cuál es nuestro propósito". 
El Maestro, dijo: 
"Judas, tú lo has dicho, pero dime ¿cuál es nuestro propósito?". 
Judas guardó silencio. El Maestro volvió a interrogar: "Judas Iscariote, ¿cuál es nuestro 
propósito?". 
Judas, levantando la mirada, le dijo: "Señor,... pienso que nuestro propósito es enseñar 
a la gente a hacer la Voluntad de quien le envió". 
El Maestro, mirando las estancias que habían a su alrededor, dijo: 
"Un rebaño de ovejas no obedecen a su dueño porque sean de él, porque él las ha 
pagado con sus denarios; obedecen a su pastor porque él se hace amigo de ellas, cuida 
de ellas, les da alimento y las defiende del lobo". "Así vosotros deberéis tener vuestro rebaño, cuidar de él, defenderlo de los lobos, más 
comprendedme, Judas, ese rebaño no os pertenece, no lo habéis comprado, porque él 
pertenece a quien me envió". 
"A ese rebaño debéis alimentarlo. El día que os propongáis dar alimento a vuestras 
ovejas, no llevéis en vuestra mano el látigo, 
llevad alimento, así este rebaño entenderá que os preocupáis de alimentarlo; mas cuando 
sepáis que cerca de vuestro rebaño anda el lobo, salid y llevad en vuestra mano el látigo 
para espantarlo de las ovejas; y llevad espada para que os defendáis, si fuese atacado". 
Replica Judas, y dice: "He comprendido… pero todo el mundo no está en este rebaño". 
Contesta el Maestro, y dice: 
"En una selva nacen muchos árboles de la misma especie, unos crecen demasiado y 
sobresalen de los otros; otros escasamente nacen, pero entre todos componen una 
selva". 
"Así vosotros deberéis comprender que hay que crecer sobre los demás en Espíritu sin 
que con esto estemos separando los de menor crecimiento; sólo hace la Voluntad de mi 
Padre el que ha crecido y no se deja dar sombra de los demás". 
Dice Judas: "Entendido, pero, ¿cómo sé si he crecido lo necesario para ya hacer la 
Voluntad de mi Padre?". 
Replica el Maestro: 
"La Luz se identifica por borrar las sombras. 
Las sombras se identifican opacando la Luz". 
"Así vosotros comprenderéis que la Verdad es mi Padre. Cuando la hayáis encontrado, 
Ella no os dejará sombras ni en vuestras mentes, ni en vuestros corazones, por lo tanto, 
comprenderéis que YO SOY LA LUZ". 
"El que esté conmigo y me tenga a Mí, no andará a oscuras y así habrá comprendido 
que, en la selva, es el árbol que no recibe sombra de los demás". 
"Recuerden que el viento sopla y mueve las ramas y las hojas del árbol y sólo desprende 
las que estén maduras o secas; así ese árbol queda despejado". 
"Así vosotros comprenderéis que el viento debe llevarse de Ustedes todo lo inútil, lo 
que no sirve, para que seáis purificados de todas las inmundicias que recogéis de la 
tierra". 
Estando el Maestro con sus Discípulos parados frente al lago NAGAFEC, dijo: 
"Los peces nadan con suma perfección, pero no pueden volar, ni tampoco caminar". 
Se acerca Judas y le dice: "¿Qué quieres decir con esto?". El Maestro contesta: "Hijos míos, el hombre es el Rey, por lo tanto, debéis aprender a 
caminar". 
Judas le dice: "Pero nosotros sabemos caminar". 
Contesta el Maestro: 
"Vosotros camináis porque Yo os he enseñado, porque YO SOY EL CAMINO, nadie 
llega al Padre sino por Mí". 
"También vosotros deberéis aprender a nadar como los peces". 
Judas dice: "Es muy difícil hacerlo". 
El Maestro vuelve y observa el lago y dice: 
"El lago está tranquilo, sólo lo salpica el viento cuando sopla; la vida es un lago que 
debe permanecer tranquilo; si lo salpica el viento peligra el nadador. Por eso es que tú 
ves muy difícil nadar como los peces; aunque el lago se salpique por el viento, el pez, 
en su interior, está tranquilo". 
En ese momento el Maestro miraba a los aires y veía a las aves volar y dijo: 
"¡Con qué perfección vuelan las aves!, así vosotros también deberéis aprender a volar 
como ellas". 
Judas lo interpela y dice: "Usted nos está hablando de cosas que para nosotros son 
demasiado difíciles". 
El Maestro le dice: 
"Judas, tú aprenderás estas cosas para que cuando Yo vaya a mi Padre tú las hayas 
hecho y las enseñes a quienes crean en Mí". 
"Te digo que el hombre debe volar como las aves, porque el hombre es Espíritu y el 
reino del Espíritu no está en la tierra". 
"Todo lo que os digo hoy, Ustedes no me entienden, porque vosotros habéis creído en 
Mí y estas cosas las hago Yo por Ustedes, pero cuando Yo vaya a mi Padre, mi Padre 
iluminará vuestro entendimiento para que vosotros hagáis por la Humanidad lo que Yo 
he hecho por vosotros, y así se cumplirán las Escrituras y la Palabra de «Quien esté 
conmigo y escuche mi Palabra, también estará con EL que me envió y recibirá su 
Luz»". 
"Por lo tanto, os digo a vosotros, mis hermanos, que la muerte cuando llega desprende 
el Alma de la materia y así el Alma no piensa más en la materia, porque para ella ya no 
existe; piensa en EL que la envió, espera en EL, confía en EL. 
"Por lo tanto, vosotros que habéis creído en Mí y escucháis mi Palabra, debéis 
despojaros de lo que no os corresponde para que en Espíritu os elevéis al seno de mi 
Padre". 
Replica Judas: "De lo que tenemos aquí, ¿qué no nos corresponde?". Contesta el Maestro: 
"Ya os he dicho que ni vuestros huesos, ni vuestras carnes, ni vuestros padres, ni 
vuestros hijos, ni lo que habéis aprendido de vuestros antepasados os sirve, ni os corresponde". 
"Sólo la Palabra que ha abierto las puertas de vuestro Espíritu y os ha llevado a beber de 
la fuente de la Sabiduría, será la que os conduzca por lo desconocido; lo que no conoce 
vuestra mente, ni vuestro yo, porque ellos no podrán llegar donde Ustedes, como 
Espíritu, han de llegar". 
Estando el Maestro con sus Discípulos en casa de Marta, les dice: 
"Os voy a enseñar a vivir como el aire, como la tierra, como las aguas y como el fuego". 
Se acerca Judas y le dice: "Maestro, ¿no será conveniente que estas cosas se hagan en 
otro lugar?". 
El Maestro le dice: 
"Judas, nosotros somos UNO SOLO, hoy hacemos estas cosas aquí, tú más tarde las 
harás en un lugar secreto para que no se profanen, porque.... ¿qué sacamos con darle de 
comer a un cerdo en un alfaro nuevo?; ensucia la comida y ensucia el alfaro". 
"Para vosotros la Palabra es alimento, por lo tanto, os digo: «Aprended de Mí para que 
enseñéis textual como os enseño»". 
Se dirigió a todos y dijo: 
"Vosotros veis la tierra quieta, mas ella gira alrededor de la Vida, que es el Sol". 
"Nosotros estamos aquí quietos como la tierra, pero espiritualmente no estamos quietos; 
estamos girando alrededor de la Vida, por lo tanto, en estos momentos somos la Tierra 
que da alimento a la Vida que es el Espíritu". 
Se detuvo un momento y dijo: 
"Todos nosotros, en este momento, somos el Aire, porque nos despojamos de una 
materia que es tierra y volamos por los aires con la libertad del Espíritu....." 
Guardó un poco de silencio y dijo: 
"Nosotros todos, en este momento, somos el Agua, porque nos hemos convertido en la 
fuente eterna del Espíritu; de ella bebemos para nutrir el cuerpo y calmar la sed del 
Alma....". 
Guardó un poco de silencio y dijo:
"Todos nosotros, en este momento, somos un Fuego abrasador, porque nos hemos 
convertido en el Fuego del Espíritu que a todos nos devora, nos limpia y nos purifica". 
"Así, queridos hermanos, nuestros cuerpos y nuestro Espíritu se integran para 
prepararnos hacia la Resurrección". Le dice Judas: " Maestro, nosotros sabemos que todo lo que Usted hace es para que 
nosotros también lo hagamos, pero.... ¿cuándo lo podemos hacer?". 
El Maestro le dice: 
"Todos vosotros sois UNO conmigo y estas cosas podéis hacer, pero hoy no las hacéis 
porque Yo estoy con vosotros". 
"Cuando Yo vaya a mi Padre, vuestro Padre vendrá a vosotros y seréis como Yo y 
haréis todas estas cosas y muchas más". 
Contesta Pedro y le dice: "Maestro, Usted resucita muertos, cura leprosos, saca 
demonios de los poseídos, ¿por qué no nos enseña a hacerlo?". 
El Maestro contesta: 
"El Discípulo no es más que su Maestro, pero es justo que aprenda lo que se le enseña". 
"Una medicina no es más que la enfermedad, pero, por la gracia de Dios, cura". 
"Vosotros erais muertos que Yo resucité; erais leprosos que Yo sané; erais poseídos de 
demonios que Yo os saqué; erais ciegos y Yo os puse a ver; erais sordos y Yo os di 
oídos; andabais a oscuras y Yo os he dado la Luz". 
Dice Judas: "Maestro, y ¿cómo hacemos para que el mundo nos crea lo que nosotros 
hemos vivido, lo que nosotros hemos visto, como testimonio?". 
Dice el Maestro: 
"Dos higueras nacen en el huerto, una de ellas no da frutos, la otra da muchos frutos; ¿a 
cuál de las dos se acerca el que tiene hambre?". 
"Así vosotros debéis hacer, dar buenos frutos para que el que tiene hambre llegue donde 
vosotros a alimentarse de vuestros frutos". 
Dice Judas: "Maestro, entendido, pero tengo dudas de mí mismo, pienso que el día que 
esté solo, lejos de su presencia, no lo pueda hacer". 
Contesta el Maestro: 
"Antes de que Yo me retire, tú tienes que haber muerto". 
Contesta Judas, diciendo: "Pero por su Gracia yo he resucitado de entre los muertos". 
Y dice el Maestro: 
"Sí, así es, pero necesitas morir nuevamente, y para esto es necesario que tú te dediques 
a eliminar tus sombras; a eliminar lo que has sido; a eliminar lo que otros han pensado de ti y tú has creído; a eliminar tus pensamientos que son los que te alejan de la 
capacidad que ya tienes por mi Gracia". 
Estando el Maestro reunido con los Discípulos, les dijo: 
"¿Quién de vosotros me dice lo que debemos hacer en el día de mañana?". 
Unos opinaron: "En el día de mañana estaremos en el Templo"; otros: "En el día de 
mañana estaremos en ayuno". 
Dijo el Maestro: 
"El Hijo del Hombre es como el Sol, al que tiene frío le da calor; es como las nubes, 
donde hace falta lluvia, lleva el agua; es como la madre amorosa, cuando el hijo tiene 
hambre, le alimenta". 
"Así pues, el día de mañana estaremos dando de comer al hambriento, dando de beber al 
sediento, dando calor a quien tiene frío, para que se cumpla la Palabra: «Que todo lo que 
está bajo el Sol, ha sido creado por el Señor y sólo EL velará por sus criaturas e hijos»". 
"Por eso os digo que si no tenéis una ofrenda para Dios, velad primero que si alguien ha 
tenido hambre y no le disteis de comer; ha tenido sed y no le disteis de beber; ha tenido 
frío y no le disteis abrigo. Esa ofrenda que llevas, aún no la presentes todavía, porque 
sería inútil dar a Dios una ofrenda que se la hemos negado a nuestro 
hermano". 
Replica Judas y le dice: "Maestro, pero la Ley de Moisés nos enseña a amar a Dios 
sobre todas las cosas y Usted nos manda a servir primero al hombre". 
Y el Maestro contestó: 
"¿Qué Padre justo y sensato se sentaría a la mesa a comer, si sus hijos tienen hambre". 
"Así mismo es el Padre: esto nos hace entender la trascendencia que tiene para nosotros 
la Vida que llevamos, cómo la vivimos, cómo nos comportamos" 
Salió el Maestro al campo con sus Discípulos y en el camino le salían muchas personas 
a consultarle, otros le seguían. 
Cuando llegaron a la cima del Monte EHOS, el Maestro se detuvo y miró a la multitud 
y dijo a sus Discípulos: "Estas gentes buscan curar sus males". Mandó que se sentasen y 
empezó a hablarles..... 
Pasaron las horas y Pedro se le acercó y le dijo: "Maestro, estas gentes buscan ser 
curadas y ya es tarde y son muchos". 
El Maestro guardó silencio y continuó hablándoles...... Pedro se acercó a Judas y le dijo: "El Maestro dijo que estas personas necesitaban ser 
curadas, es tarde y son muchas". 
Judas se acercó al Maestro y le dijo: "Maestro, se hace tarde y los enfermos son 
muchos". 
El Maestro le miró y le dijo: 
"Judas, cuando tú tienes hambre, buscas pan para alimentarte; cuando tienes sed, buscas 
el agua para calmar tu sed". 
"Así la Palabra del Hijo del Hombre es el Pan que calma el hambre, es la fuente para 
calmar la sed". 
Replica Judas y dice: "Maestro, eso yo lo entiendo, pero ellos tienen enfermedades, 
muchas de ellas inmundas". 
Replica el Maestro: 
"Quien come del Pan y bebe el Agua de la Vida Eterna, nunca volverá a tener hambre ni 
sed y sus males desaparecerán de él, porque tiene en su interior la Gracia que la Palabra 
le ha dejado...." 
"Quien tiene un cultivo de trigo, primero retira las malezas, posteriormente, le pone 
riego, no sea que con el riego se alimenten también las malezas". 
"Así el Hijo del Hombre, primero retira las malezas del Pueblo y, posteriormente, le da 
a tomar de la Fuente de Vida que le curará todos los males". 
Dice Judas: "Maestro, lo entiendo, pero se hizo tarde, es necesario regresar porque la 
noche nos hace difícil el camino". 
El Maestro contesta: 
"La noche se ha hecho para el descanso, pero el Hijo del Hombre, en las noches, vela 
por su Pueblo". 
"Así que vosotros, mis Discípulos, estaréis conmigo en vela para que estos chiquititos 
puedan descansar en paz". 
Dice Judas: "Maestro, todos estamos lejos de los lugares de descanso, estamos en el 
campo". 
El Maestro contesta: 
"Hijo mío, lo único que necesitas para descansar bien es estar en Paz....". 
"Porque,.... ¿qué sacas con estar en el lugar de tu descanso, si no tienes Paz?, aquí 
estamos en Paz, por lo tanto, lo único que necesitamos es descansar". Se acerca Judas a los demás Discípulos y les dice: "El Maestro ha ordenado que 
descansemos aquí esta noche y no regresar a nuestros lugares". 
Los Discípulos todos opinaron que era necesario hablar con el Maestro y regresar a los 
lugares de destino. 
Se acercaron al Maestro y le dijeron: "Maestro, estamos en el campo, hace frío y somos 
mucha gente". 
El Maestro les dice: 
"Hijos míos, si vosotros estáis conmigo, debéis estar con mis Hermanos, (señalando a la 
multitud)". 
"A vosotros os es fácil regresar a vuestro destino, conocéis el Camino y Yo os he 
enseñado a andar a oscuras, mas a estos pequeñitos, no.". 
"El frío que hace aquí, sólo nos hace sentir las carnes; el hambre que hace aquí, sólo nos 
hace sentir una necesidad; pero la Palabra nos une con el Padre". 
"Así se cumplirá la Palabra que dice: «Quien tiene la Palabra, nada le hace falta porque 
en Ella está contenido el alimento y la medicina»". 
"Hijos míos, cuando el cuerpo descansa en paz, el Alma nos reconforta y en este 
momento, mi Alma es su Alma". 
Yendo Jesús con sus Discípulos hacia Cafarnaum, les dijo: "Hijos míos, este camino 
nos llevará a un lugar muy distante de aquí". 
Se acerca Pedro y le dice: "Maestro, ¿cuál es la finalidad de este viaje?". 
El Maestro le contesta: 
"Pedro, iremos a predicar la palabra a nuestros hermanos que, como vosotros, anhelan 
conocerme y conocer a quien me envió". 
Se acerca Pedro y le dice: "Maestro, ¿es que en Cafarnaum está quien le envió?". 
Contesta el Maestro y dice: 
"Quien me envió está aquí con vosotros. 
EL ES LA VERDAD. Yo os digo a vosotros, hermanos, que la VERDAD y la 
PALABRA son la misma cosa, pero es más fácil conocer la Palabra que conocer la 
Verdad. La Palabra se oye y parte de ella se comprende, más la Verdad no se puede oír, 
ni se puede ver porque es la Luz que ilumina nuestro Espíritu; en ella está la Verdad. Yo 
os enseño la Palabra, más mi Padre les enseñará a conocer la Luz, porque EL ES LA 
VERDAD". 
Dice Judas: "Maestro, todos nosotros le acompañamos donde va a predicar y le 
aprendemos sus enseñanzas, pero, ¿no sería mejor que las gentes vinieran a nosotros y 
no nosotros ir a las gentes?". Contesta Jesús: 
"Las aves de rapiña y los zorros duermen en sus cuevas y guaridas y sólo salen de allí 
cuando tienen hambre, a buscar qué comer. Así es el hombre. Sale al campo y a las 
ciudades a buscar el pan para saciar su hambre, porque scuerpo lo necesita, pero no 
busca al Hijo del Hombre que le dará a comer el Pan de la Sabiduría". 
"Los hombres tienen hambre de lo que el mundo brinda, mas vosotros tenéis hambre de 
lo que mi Padre os da: Sabiduría y Amor; por lo tanto, debemos ir donde ellos a darles 
de vuestro alimento; así ellos, más adelante, vendrán a buscar el alimento que mi Padre 
os da". 
Dice Judas: "Maestro, hay ciudades más cerca donde podemos ir a predicar la Palabra". 
El Maestro le contesta: 
"Judas, hijo mío, con un denario podéis comprar cien panes; un pan abastece a uno de 
vosotros, cien panes abastecen a cien de vosotros. Así, pues, debemos buscar donde se 
puedan abastecer más almas que necesiten de mi Palabra, porque ellas, cada una, pondrá 
un denario, y cien serán cien denarios que alimentarán la necesidad de cien más, y así 
mi Palabra será oída por cien que me escuchan y cien que no me escuchan; 
cumpliéndose así la Escritura que dice: «Dos mujeres están moliendo, una será tomada 
y otra será dejada»". 
Le dice Judas; "Maestro, todo aquel que escuche su Palabra, ¿será redimido?". 
Replica el Maestro: 
"Mi Palabra es Vida, el que la escuche y la hace, será UNO conmigo; el que la escuche 
y no la hace, será como aquel que emprende un camino por el desierto y como al 
momento de salir no tiene sed, no lleva agua para beber en el camino; donde le dé sed, 
se sentirá morir y ni siquiera tendrá fuerzas para regresar al punto de partida; por eso os 
digo, hijos míos, que deberéis beber todos los días de la fuente de la juventud y de la 
sabiduría para que nunca, aunque andéis por el desierto, volváis a tener sed". LA 
PALABRA 
Estando Jesús reunido con una multitud, entre la cual estaban sus Discípulos, EL 
predicaba su Mensaje y decía que el Hijo del Hombre era semejante al aire que sólo 
dejaba de activar la vida en una persona cuando sus funciones vitales cesaban en ese 
organismo, que así era su Misión. 
Se acercó Judas y le dijo: "Maestro, sabemos que muchos de estos nos atacan y lo 
atacan a Usted; nos rechazan y rechazan su Doctrina". 
El Maestro le dijo: 
"Judas, comprende que así es, pero mi reino no es de aquí; en cambio estas gentes son 
de aquí". "Te digo que no pienses así para que no seas como ellos que son de aquí". 
"La Palabra se oye por un instante y desaparece; cuando las gentes la van a interpretar, 
no hay en ellos de esa palabra sino un recuerdo de lo que escucharon". 
"Es posible que algunos le den la razón a la Palabra, otros le quiten la razón, pero, ante 
mi Padre, ni los unos, ni los otros tienen la razón, porque el eco de la Palabra que han 
escuchado ya se ha ido y no queda en ellos sino un recuerdo de lo que han oído". 
"Por lo tanto, os digo, hijos míos, que estéis atentos, con ojo avizor para que, cuando 
escuchéis la Palabra que viene de Mí, tengáis las puertas de vuestro entendimiento 
abiertas y no me rechacéis como estos otros; no vaya y sea que cuando queráis 
escuchar la Palabra ya me haya retirado a mi Padre y entonces vosotros, como estos, 
sólo tendréis un recuerdo de lo que escuchasteis; sin embargo, mi Palabra seguirá 
siendo como la fuente de aguas cristalinas en la que «Quien bebiera, calmará su sed»". 
Guarda silencio el Maestro. 
Interpela Judas y le dice: "Maestro, si eso es así, cuando Usted se retire, ¿quién tendrá la 
Palabra que viene de su Padre?". 
Contesta el Maestro: 
"YO SOY LA PALABRA. El que encarne la Palabra me tiene a Mí; pero no olvides, 
Judas Iscariote, que vendrán muchos en mi nombre diciendo que tienen la Palabra. 
Estos serán impostores porque la Palabra que viene de mi Padre, sólo YO la digo; así 
pues, todo quien diga tener la Palabra y no me tenga a Mí, es como el que se baña con el 
agua que muchos se han bañado; no es pura, está llena de impurezas, por lo tanto, no 
limpia, quizás ensucia más". 
"Así, hermanos míos, vosotros deberéis cuidar la Palabra como me cuidáis a Mí, porque 
en Mí como en la Palabra, está la Sabiduría que viene de mi Padre". 
Le dice Judas: "Maestro, la Ley de Moisés dice No jurar en vano, ni en nombre de 
Dios, ni de la tierra, ni de los cielos -, quiere decir que quien haga esto ¿ya se ha unido a 
Ti?". 
Le contesta el Maestro: 
"Hijos míos, a un prisionero le amarran grillos en los pies y en las manos para que no 
pueda hacer movimientos libres, ni andar; así también le sucede a todo el que adentro 
tenga a Satanás. Nunca podrá hacer la Voluntad de mi Padre, porque EL se lo impide". 
"Si no puede hacer la Voluntad de quien me envió, tampoco podrá tener la Verdad que 
SOY YO y su Palabra sólo hablará de lo que tiene en su corazón". 
Dice Judas: "Comprendido Maestro, si eso es así nosotros lo entendemos y lo hacemos, 
pero esta multitud ni lo entiende ni está dispuesta a hacerlo, entonces ¿para qué los 
tenemos aquí?". Dice el Maestro: 
"Dios hizo los cielos y la tierra, El me ha enviado a Mí. Hizo las aguas para calmar la 
sed, hizo la tierra para que sobre ella anduviéramos y diera frutos para alimentarnos; 
hizo el aire para respirar y vivir; hizo el sol para que nos diera luz y calor; creó rebaños 
de ovejas; hizo los pájaros del campo, creó las fieras de los bosques, las aves de rapiña; 
todos ellos comen del fruto de la tierra, necesitan de la luz y del calor; toman el agua 
para calmar la sed; respiran el aire para vivir". 
"Así es el hombre, sin embargo, entre sí se persiguen los unos a los otros". 
"Yo vine al mundo para dar de comer al hambriento con el pan de la Sabiduría, para dar 
de beber al sediento de las aguas puras; para mostrarle la luz y darle calor al desnudo y 
para que respire el hálito porque SOY LA VIDA". 
Dice Judas: "Maestro, Usted nos habla de todas estas cosas, pero a la vez, cada día, nos 
repite que algún día se retirará de la tierra. 
Pero si Usted es LA VERDAD, EL CAMINO Y LA VIDA, después de irse, ¿qué 
VERDAD nos deja?; ¿qué CAMINO nos deja si no existe?; qué VIDA nos deja si Usted 
se retira?". 
Contesta el Maestro y dice: 
"Judas, mi corazón se conmueve al escuchar tus palabras. Por tus preguntas comprendo 
que eres chiquitito; pero te digo, después que Yo me vaya, sobre vosotros llegará el 
Espíritu de Verdad que os corresponde a cada uno y EL os enseñará y os hará vivir todo 
cuanto os enseñé, y así se cumplirán las Escrituras que dicen «Que debemos permanecer 
alertas porque el Espíritu de Dios en cualquier momento llega, sólo necesitamos estar 
preparados »" 
Estando Jesús en casa de Marta con sus Discípulos, llega María Magdalena y le dice: 
"Mi prima va a dar a luz, le manda a llamar". 
El Maestro se levanta y sale; se le acerca Judas y le dice: "Maestro, ¿será de tanta 
necesidad la ida suya? .... y la enseñanza que nos está dando ¿cuándo nos la va a dar?". 
Contesta el Maestro: 
"Judas, la Vida y la Muerte son una misma cosa; sólo se diferencian en que, quien tiene 
Vida eterna, nunca muere y quien no la tiene, se va y no regresa". 
Dice Judas: "Maestro, y ¿qué tiene que ver esto con el parto de Sara?". 
El Maestro dice: 
"Judas, el parto es una cosa, pero la Vida que nace es otra". 
"YO SOY LA VIDA y estoy donde está la Vida; YO SOY LA PALABRA y vosotros 
deberéis estar donde esté la Palabra". "La enseñanza que os doy aquí, en casa de Marta, es la misma que os voy a dar en casa 
de Sara. Porque vosotros hoy estáis conmigo, moriréis y volveréis a nacer y si 
continuáis conmigo, os doy la misma enseñanza, porque YO SOY LA PALABRA, y 
recuerda Judas: «Los cielos y la tierra pasarán, pero mi Palabra no pasará»". 
Llegando donde Sara daba a luz, se detuvo y les dijo a los Discípulos: 
"Vosotros deberéis aprender a respetar la Vida porque sois la Vida como YO". 
"El que es digno y muere, mi Padre le recibe en el cielo y vosotros ¿de qué os 
preocupáis?". 
"El que es indigno y muere, el Demonio le recibe en el infierno, ¿para qué os 
preocupáis?". 
"El que nace en la tierra debemos recibirlo, darle afecto y cariño y enseñarle la Palabra 
para que se haga Hijo de mi Padre, como vosotros". 
"Así comprenderéis todos que un Pastor vive pendiente de las ovejas preñadas para que 
el ternerillo, al nacer, no lo devoren las aves de rapiña". 
Guardó silencio el Maestro y, viendo al recién nacido, respiró profundo. 
Judas le dijo: "¿Qué le pasa Maestro que respira profundo?". 
El Maestro le miró y le dijo: 
"Judas, el aire que circunda la tierra es la Vida que YO represento; es tanta la 
abundancia de este que toda criatura respira de él y nunca se agota". 
"Así mismo es la Sabiduría que viene de mi Padre; todo el mundo la tiene en mayor o 
menor proporción y nunca se agota; lo contrario, se acrecienta más en todo hombre que 
me escucha a Mí". 
Le dice Pedro: "Maestro, yo estoy sorprendido de todo lo que nos enseña. Pienso que 
no podremos practicarlo todo". 
Le dice el Maestro: 
"Pedro, cerca de la ciudad pasa un río; todas las personas de esa ciudad beben de esa 
fuente; se bañan con esa agua, preparan sus alimentos con el agua de ese río. El río 
nunca se agota, sin embargo, todas las personas disponen del agua que necesitan para 
sobrevivir". 
"Así vosotros beberéis de esa agua, os bañaréis con esa agua, es decir, tendréis el agua 
que necesitéis; daréis de beber a vuestros invitados, mas la fuente no se secará, ni el río 
mermará su cauce". 
"Así pasa con mi Palabra; cada quien la recibe como una fuente inagotable de Vida; por 
muchos que beban, nunca se agotará, porque es mayor el cauce que el consumo". 
Regresó el Maestro con sus Discípulos a casa de Marta. Llegando allí los invitó a 
sentarse y empezó a hablarles y les dijo: "Estamos complacidos de haber presenciado hoy un nacimiento. Es un acontecimiento 
que nos hace ver la Gracia de mi Padre; sin embargo, este nacimiento tiene que ver con 
este mundo de pecado". 
Le dice Judas: "Maestro, sabemos que quien le envió es sin mancha y lo que EL hace, 
lo hace sin mancha; ¿por qué nos dice que el nacimiento que acabamos de presenciar 
tiene que ver con la Gracia de su Padre y se ha sucedido en este mundo de pecado y por 
el pecado?". 
El Maestro le dice: 
"Judas, el pecado lo hizo por un proceso original, pero el pecado es Muerte; él no 
hubiera podido infundirle Vida a esa criatura. Por la Gracia de mi Padre tiene Vida, 
aunque haya sido hecho de pecado". 
Dice Judas: "Maestro, si eso es así, entonces nosotros que somos UNO con Usted y 
estamos en el mundo, ¿cargamos las mismas culpas y somos hechos de pecado?". 
Dice el Maestro: 
"Cada uno de vosotros habéis sido hechos de pecado y por el pecado, por lo tanto, es 
que ni los huesos, ni las carnes, ni la sangre heredarán a mi Padre, sólo lo incorruptible 
que es el Espíritu. Después de purificados, seréis UNO, con EL que me envió". 
"Así vosotros, también, seréis UNO conmigo y así como YO me he vestido con una 
carne, con unos huesos y con una sangre incorruptible para continuar con vosotros, así 
también vosotros deberéis vestiros con unas carnes, unos huesos y una sangre 
incorruptible para poder llegar donde YO he llegado".